miércoles, 21 de agosto de 2013

Enseñar a niños grandes

¡Buenos días a tod@s!

Vuelvo en pleno calor estival para hablar un poco de un tipo especial de alumnado: los adultos.
Así es, en el País Multicolor no todo son enanos. También hay adultos que deciden empezar a tocar el piano y es un grupo aún más variopinto que el de los niños.

Lo más intrigante y variado son las razones por las que quieren tocar. Hay adultos que vienen porque su hijo está aprendiendo también a tocar, y aunque siempre les ha gustado, ahora tienen la excusa perfecta. He tenido varias mujeres jóvenes embarazadas que se quedan de pronto sin nada que hacer y se aburren. Gente adolescente que quiere tocar porque ha visto en una película de vampiritos que el protagonista toca el piano y "mola un montón". Y tengo también gente jubilada que siempre ha querido tocar el piano, pero no han tenido tiempo antes.

Aunque el grueso del alumnado sigue estando en los niños, son también muchos los adultos que quieren probar. Los intereses cambian mucho y desde luego, los procesos de aprendizaje también. A un adulto no hay que convencerle de lo chulo que es tocar. Está deseando empezar y no le importa tener que dedicarle tiempo; más bien al revés. Casi todos se lamentan de no poder tocar más. La verdad es que dan una satisfacción especial. El tipo de música es también variadito. Los hay que sólo quieren tocar clásico; las piececitas que conocen y que siempre han escuchado cuando veían a alguien tocando el piano (el álbum de A. Magdalena, alguna sonatita de Mozart, y la cumbre de la montaña: para Elisa). Otros quieren tocar cositas "de su época". Y me traen arreglos imposibles de "Granada", "Volver, volver" o cualquier otra gloria. Como en su día ya expliqué los arreglos que les hago al niño con un cassette de gasolinera, tengo las espaldas cubiertas de partituras de este estilo.

La verdad es que encuentro pocos inconvenientes a este tipo de alumnos, pero aún así, puedo citar a algunos:
  • La cuestión del horario. Casi todos trabajan, o si son jubilados, tienen que cuidar a nietos o a padres, o cosas por el estilo. Me encuentro con horarios del tipo "¿podrías darme la clase el miércoles de 22'30 a 23'00? o ¿el sábado a las 8'00?" Que no es que me queje, que me encanta mi trabajo y tal. Pero más de 8 horas seguidas ya duelen...
  • Las tensiones. Por norma general, los adultos entienden mucho antes el solfeo. Algunos incluso, tocaron otros instrumentos. Lo malo es que eso les hace tener más prisa. Es difícil convencerles de que necesitan tocar un tiempo algunas cancioncillas que no les suenan de nada. Al tener más prisa, también cuesta más que toquen relajados.
  • El material. La mayoría de libros para principiantes son para niños. Y claro, tienen más dibujitos que notas. Ni se adaptan a su ritmo, ni a sus intereses. Encontré, eso sí, un libro para adultos principiantes de Bastien, pero no es fácil de encontrar en cualquier tienda. Me estoy planteando elaborar mi propio material...un año de estos.
Y ya no puedo citar más inconvenientes. La verdad es que son mucho más numerosas las ventajas:

  • El interés. Ya lo he mencionado. Vienen motivadísimos y con unas ganas enormes de aprender.
  • El agradecimiento. Tengo algunos alumnos adultos que siempre me dicen que su mejor momento del día es cuando se sientan a tocar. Tengo alumnos universitarios que se han ido y se han llevado su piano eléctrico para relajarse en períodos de exámenes. Madres que acaban de dar a luz y dicen que tocan suavecito para que los niños se duerman. Vamos, encuentran aplicaciones que yo ni había imaginado.
  • La identificación. Siempre me dicen que envidian mi profesión. Otros, los que sí que tienen un trabajo que les gusta, me hablan de que se nota que me gusta lo que hago, igual que a ellos. Hablamos de la família, de la crisis, de política o de cualquier otra cosa. Y eso entre tanto niño, a veces se agradece.
  • Crean un "efecto contagio" enorme. Es raro que se atrevan a tocar en una audición. Y eso lo entiendo, porque se encuentran extraños entre tanto niño. Pero si alguno toca algo un poco conocido en una audición, toda la orda de padres se acerca al acabar a darle la enhorabuena, y a decirle, casi todos, que a ellos les encantaría poder tocar el piano, que de dónde saca el tiempo, que si lleva muchos años, etc.
  • La mayoría no se apuntan muchísimos años. Como mucho, 3 o 4. Es lo que tardan en aprender a defenderse, a tocar cualquier arreglo no muy difícil y a sacar sus propias canciones. Pero tienen mucho interés y todos le dedican algo de tiempo. Realmente le sacan muchísimo partido a los años que estudian.
  • Apuntan a sus hijos. Casi todos los adultos que han tocado el piano con ese amor y entusiasmo, jamás le cogen la "manía" que he podido ver en otros adultos que estudiaron cuando eran niños en un conservatorio. Cuando tienen hijos, sobrinos o nietos, quieren que estudien música sobretodo por gusto. Llegan a comprender que el que lo quieran convertir en su profesión o no, con 7 u 8 años, no puede ser una prioridad.
  • El orgullo. Cuando empiezan, aunque yo intento quitarles esa idea de la cabeza, piensan que les va a costar muchísimo tocar una pieza. Y siempre tardan menos de lo que se esperaban. Tienen la idea preconcebida de que es muy difícil y de que a un adulto le costará el triple que a un niño. Normalmente, cuando tocan la primera canción o reciben el primer alago de sus familiares o amigos se sienten orgullosísimos.
Pues eso, que estoy encantadísima de mis niños grandes porque proporcionan sensaciones y experiencias diferente que el resto de alumnos. Y todas ellas son maravillosas.

Como muestra, ahí va un arreglo que hice de una BSO (la de Casper) para una chica que estaba embarazada, y que dice que se la toca ahora a su niña de un añito y le encanta.

1 comentario:

  1. Felicidades. Yo tb he experimentado esas sensaciones al enseñar a adultos. Es muy gratificante

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